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SOMOS MINGA. EL RETUMBAR DEL FUNDAMENTO DE UNA CULTURA

Publicadas por Somos Sudacas |

Llegando de los mares del oriente de Chichen Itza, hace ya 517 años, fueron los propios mares y los propios vientos quienes hicieron propicia la llegada del hombre occidental, el europeo.

Los españoles han sido un pueblo a lo largo de su historia sometido en sus almas y tiranizado en sus deseos, en una decadencia y negación por la vida enraizada en su más profundo y radical catolicismo, legando en nuestra historia y en nuestros pueblos estos decadentes sentimientos morales. Este fatal encuentro ha significado para nuestros pueblos indígenas (y significa en el devenir de la historia) nuestra mayor opresión, la cual implica nuestra mayor liberación y la de la madre tierra.

Occidente ha producido nuestras generaciones en los últimos 200 años, tanto en Suramérica, como en Colombia, esto implico para nuestros pueblos abuelos ancestrales la colonización y el proceso de destierro absoluto de sus culturas, primero que todo una colonización desde nuestro plano de inmanencia (nuestras riquezas, nuestro trabajo, nuestro territorio y nuestras circunstancias), luego una colonización absoluta de todo nuestro plano trascendental (nuestros universos simbólicos y míticos, nuestra cultura, nuestra fe, nuestros conocimientos sobre los misterios de la naturaleza, nuestras lenguas, nuestra milenarias ciencias y técnicas ancestrales).

“Nada en exceso”, éste proverbio tradicional de la sabiduría popular y tan antiguo como las mismas pirámides es tan territorialmente griego, como indígena, profesado por los mayores del pueblo Cofán al sur de Colombia.

Este mismo proverbio ha sido olvidado por los hermanos occidentales de sus abuelos los griegos, el hombre europeo se lleno de arrogancia, orgullo y soberbia sobre sus abuelos ancestrales griegos y el legado de su sabiduría.

En América tristemente nuestras últimas generaciones desean europeizarse, llevando en el interior de sus inconcientes un desprecio a sí mismos, a su pueblo y a sus antepasados. Solo la fuerza de la conciencia, del pensamiento, del deseo, del espíritu, de la naturaleza, del cosmos y de nuestra cultura constituye la síntesis de fuerzas de nuestra liberación y de nuestra reconciliación más íntima.

Las y los indígenas andinos y amazónicos constituyen nuestro camino y nuestro devenir, quien sabe si únicamente para nosotros los hermanos de América, pues muchos de nosotros somos vástagos de occidente y de ese modo actuamos opresivamente contra nosotros mismos bajo las profundidades de nuestra conciencia. Esto es un llamado “Urgente de la historia”, pues es nuestra actualidad geopolítica, nuestras circunstancias de trabajo, de hambre, de miseria, desplazamiento, destierro, guerra y de control de las conciencias constituyen la composición de una inmensa maquinaria de destrucción y de aniquilamiento Total de nuestros pueblos indígenas. En realidad no sabemos si para finales de este siglo aun existan.

Occidente ha caído en los excesos, su historia es de excesos, ha excedido las fronteras de la vida, la ha desterrado de su lugar junto a la propia tierra, ha excedido sus modos tecnológicos de colonización y de control intra-atómico sobre la vida; para nosotros los habitantes de estos territorios montañosos de los Andes, rebosadores de vida y de buen comer en nuestros platos, territorio donde abunda la vida y una variedad casi infinita de semillas, plantas, minerales y animales la minga es el proceso político de emaciación y evolución social ante el desmoronamiento de la cultura occidental y las consecuencias que implica para las demás civilizaciones.

La humanidad está en el colapso de su extinción, la escasez de los recursos naturales, alimentarios, energéticos, además de la saturación toxica y destructiva de forma progresiva de todo el medio orgánico inter-continental y acuífero inter-oceánico está produciendo en la tierra y en el sistema solar uno de los cambios mas revolucionados que halla tenido la tierra en los últimos millones de años.

El tiempo para la humanidad ya se agoto, el daño ya está hecho, el cataclismo natural al que nos tenemos que enfrentar es de orden molecular y planetario, sistémico en todos los ordenes cósmicos y orgánicos, geológico y de la vida en general, cuando el eje giratorio de la tierra cambia, todo, absolutamente todo dentro de ella cambia, mediante procesos de desintregacion, descomposición y recomposición.

Los tiempos, la historia, los territorios, los pueblos y los hombres son distintos, gracias a esta diferencia el indígena aún sobreviviente en muchas comunidades regadas toda Suramérica perdura en su relación integral con la Naturaleza, en su conexión elemental y de origen con la Tierra.

Hay toda una ética en el actuar indígena consistente en la relación y articulación de todas las cosas entre sí, de la relación con las fuerzas sagradas, misteriosas, mágicas y hasta lógicas o físicas de y con la naturaleza, en la ética indígena se desdobla una metafísica inmanente sobre la naturaleza, al ser la naturaleza sagrada se eleva esta con el valor absoluto de un ser vivo trascendente a la existencia humana, un valor absoluto en la inmanencia que es propia al interior de todas las cosas, el cual desplaza el valor relativo del mercantilismo del capital que se ha interiorizado en la tierra y en la vida.

Nuestros campesinos y campesinas, abuelos y abuelas, niños y niñas son los únicos que hoy en día aun comprenden esa articulación, esos misterios de la naturaleza y de la vida, aun lo sienten y así bellamente ven todas las cosas, ellos ven en la naturaleza una vida y una sabiduría que existe por si misma, donde las cosas sienten y hasta escuchan.

El universo simbólico del pensamiento objetivo indígena es infinito, tras cada uno de ellos se encierran los misterios y los conocimientos que solo pueden emerger de la naturaleza por un proceso de milenios.

De nuestros pueblos indígenas emerge la liberación, la sabiduría de la inmanencia, de la tierra y la re-evolución no solo de nuestros pueblos indígenas y campesinos andinos oprimidos por occidente, sino para aquellos seres humanos ajenos a nosotros mismos que deseen el devenir y la liberación natural de la vida, de la tierra y de la conciencia humana.

En Colombia estamos empezando a presenciar un acontecimiento, el pensamiento y el fundamento de una cultura, su concepto político como principio del derecho natural de un pueblo y de una comunidad indígena: “los Naza”, en su proceso de resistencia ante la opresión, la explotación y el despilfarre de nuestras riquezas naturales están provocando un encuentro entre los pueblos, un acontecimiento.

Éste encuentro ha de producir el proceso no solo de descolonización de nuestro territorio, de nuestra cultura y de nuestra conciencia, sino que constituye el proceso de evolución social de nuestro pueblo como comunidad política, la “Minga” social indígena es nuestro acto político, es la u-topia o la filosofía política que hemos de comprender, de actuar y de vivir hombres y mujeres en nuestro territorio y en demás territorios del mundo una vez la depresión económica nos lleve a todos a la peor catástrofe social y humanitaria.
La minga social indígena traza el límite de liberación, evolución y transformación no solamente en la historia de nuestros pueblos, sino en nuestra concepción como seres humanos y como personas políticas, de nuestra conciencia y de esa nuestra naturaleza dentro de un equilibrio intra-atómico, cósmico e integral de todas las cosas que nos conectan a unos con otros en un propósito de un nuevo pueblo, de una nueva tierra en reciprocidad, armonía y trabajo común.

Somos Sudacas

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Es un Colectivo de comunicación popular y alternativa que surgió en junio de 2001. Nuestro programa fue transmitido ininterrumpidamente hasta el 28 de octubre de 2004 cuando fue cerrado INRRAVISIÓN por el gobierno nacional. Anteriormente la palabra “sudaca” se utilizaba para nombrar a los sudamericanos que se encontraban exiliados en Europa, producto de las dictaduras militares en el cono sur espacialmente. Un término despectivo que también encierra la estigmatización contra los latinoamericanos: “sudor y caca”. Estos dos elementos que para muchos son símbolo de “excoria social” para nosotros significan perseverancia, resistencia y desde el punto de vista fisiológico, una necesidad humana que por fea y desagradable que parezca es parte de nuestro cuerpo. Lo que para los estilistas del lenguaje es peyorativo, para nosotros refleja la exclusión que por tantos años ha padecido los pueblos americanos. Esa odisea que aún no termina y que por tanto, si queremos incidir en el cambio social, debemos mirar hacia los “sudacas” que en la cotidianidad enfrentan la segregación étnica, social, cultural, política y económica.
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