La lucha indígena y el paro de los corteros de caña irradian la esperanza
ALIRIO DUQUE
COLECTIVO SOMOS SUDACAS
La dignidad demostrada por los pueblos indígenas, en sus 516 años de resistencia, y la lucha emprendida por los de los cortadores de caña es un ejemplo para los movimientos sociales latinoamericanos.
No es para menos, pues durante estos seis años de mandato del presidente Uribe, la militarización de la sociedad se profundizó de tal forma que pertenecer a un movimiento social puede ser catalogado como perturbador de la democracia o amenaza terrorista. Pero es tal el grado de la crisis social que azota a Colombia, que los sectores más reprimidos históricamente se empiezan a manifestar.
Las condiciones infrahumanas, por ejemplo, en que trabajan los corteros de caña. De sol a sol; sin prestaciones sociales ni vacaciones. Sin un futuro digno para ellos y sus familias, son las causas que alimentaron la parálisis de más de doce mil trabajadores del corte de la caña que desde el 15 de septiembre tienen paralizados ocho ingenios en el Valle del río Cauca; casi el 70% de la producción. Sumado a esta situación, el 12 de octubre arrancó la Gran Minga de Resistencia Indígena que se levanta contra las medidas autoritarias y lesivas, no sólo para los pueblos indígenas sino para el pueblo colombiano: Tratado de Libre Comercio; Estatuto de Desarrollo Rural, Código de Minas; violación de los derechos humanos, entre otras.
El auge de las protestas se inició con el bloqueo de las carreteras en el suroocidente especialmente. mientras en la carretera Panamericana, los pueblos indígenas y los corteros resistían la represión desmedida de la fuerza pública, con un saldo lamentable de tres muertos y más de un centenar de heridos (algunos por armas de fuego y artefactos no convencionales); los medios masivos repetían el acostumbrado discurso oficialista que criminaliza y la cataloga como desestabilizadores del orden público a los indígenas.
El bloqueo mediático es evidente. Una cosa es la que vemos en las calles y los campos; otra muy diferente es el reallity de ferias, fútbol y reinados de belleza. Los grandes medios se dedican a construir la noticia, en vez de informar y construir tejido social.
Pero desde Dachi Bedea (emisora de la Organización de Autoridades de Gobierno Indígena – ONIC) el mensaje es distinto: “Que la conmoción interior no apague el grito de la madre tierra”. Qué el terror no nos silencie, ni tampoco impida el latir de nuestros corazones. Los que claman justicia, dignidad, tierra y libertad.
El caminar de la palabra, en la minga de resistencia indígena que permanece viva desde el 12 de octubre, las luchas de los corteros de caña y del pueblo que sobrevive en el día a día son aliento y esperanza en medio de la barbarie desplegada por un gobierno ilegítimo, basado en el autoritarismo, la mafia y la mentira para mantener el poder.
En este sentido, algunas organizaciones y colectivos de comunicación popular hemos iniciado un proceso de visibilización de las luchas de los corteros y los indígenas; ya que no podemos dejar en manos de otras personas la responsabilidad de informar. No podemos exigirles a los medios, dueños de ingenios azucareros y con fuertes intereses económicos y políticos, que presenten la realidad y resalten la memoria histórica de la nación entera.
Por eso, desde el 17 de octubre, venimos realizando platones en el “septimazo” de los viernes en la noche. En tres puntos simultáneamente presentamos videos, estampamos camisetas, se hacen malabares y presentaciones que resaltan las luchas de los indígenas y corteros de caña. Buscamos llegarle al transeúnte desinformado por los medios masivos; que no lee ni visita páginas de medios alternativos y que ve pasar la historia del país por la televisión.
Esta sólo es una forma de expresión, pero el llamado es que dejemos volar la imaginación para que, desde las márgenes de la historia que quieren borrar, irradie la esperanza reflejada en la dignidad de los indígenas y cortadores de caña.
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